Hace tres semanas ni siquiera sabía bien lo que era un Hipster y resultó que estábamos hechos el uno para el otro… Porque nadie ha sabido aprovechar tan bien como ellos el encanto del Pazo de Sergude… y porque encontraron allí el lugar perfecto donde dar rienda suelta a su originalidad.
El larguísimo paseo de entrada parece ahora que fue pensado para ver desfilar las Harley Davidson con la orgullosa novia en un side car… y el huerto amurallado con el palomar nunca imaginó que le sentaran tan bien los food trucks llenos de aperitivos sofisticados…
Cuando nos dijeron que para la comida querían sustituir el habitual techo blanco de carpa por las ramas del bosque de helechos y eucaliptos –chousa-, sólo ellos sabían el efecto mágico que haría combinado con la peculiar estética vintage de los invitados. Las guitarras y las voces de la música en directo amenizaron el chill out alrededor de la piscina para acabar –acabar, sí- con la ceremonia a la sombra de los magnolios.
El cabanote de piedra esperaba vestido de gala y se divirtió como nunca sirviendo de pista de baile hasta la madrugada. Todo eso es el Pazo de Sergude, mil rincones, mil escenarios que hacen de cada momento de la celebración algo único… Y yo, de mayor, quiero ser Hipster.
Imágenes vía El sofá amarillo y Pablogargo
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Jorge Carrillo (martes, 01 marzo 2016 21:21)
¡Me encanta el lugar! ¡Una boda súper íntima! ¡Preciosa como la propia naturaleza que los rodea!